La secta de Raniere, que tenía ramificaciones en Canadá, México y Guatemala, involucraba a millonarios y famosos. Según las autoridades, este sistema piramidal contaba con al menos 16.000 integrantes, entre ellos la actriz Allison Mack, quien se prestaba para reclutar a mujeres.
Hay pruebas de que las mujeres con las que sostenía relaciones sexuales eran sometidas, marcadas con las iniciales de su nombre en sus cuerpos y para mantenerlas calladas las amenazaban con publicar datos y fotos intimas, así como apoderarse de sus bienes.
El fiscal del Distrito Este de Nueva York, Richard P. Donoghue, calificó a Raniere como un “Svengali moderno”.
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