Mercedes Ramos resulta herida de bala durante la marcha del silencio gaitanista, Eloy y Elvira se dan la despedida con la que todo enamorado sueña, el detective Capote encara al abogado Matallana por el atentado contra Mercedes y Nepomuseno no descansará hasta terminar su misión de acabar la vida de la última mujer de Alfredo Fierro.

Elvira y Eloy deberán esconder su amor para evitar malos comentarios de la elite bogotana, los celos invaden a Lucía por saber que Buenaventura hizo un viaje con Cecilia Arias, Matallana diseña un plan de engaño que romperá más de un corazón y Mercedes Ramos encuentra obstáculos divinos que le impedirán cumplir la supuesta cita de su amado Alfredo Ferro.

Cecilia recibe una catedra de criminalidad por parte de su maestro, Mercedes Ramos y el detective Beninto Capote sufren las inclemencias de estar en prisión, aunque finalmente el abogado Matallana decide no incriminar a sus adversarios.

Matallana continua con su plan de hacer creer que Alfredo Ferro está vivo, Lucia se convierte en la nueva mujer de Buenaventura, Nepomuceno calma a la multitud rebotada en Pujanza contra la familia Perilla y el detective Céspedes encuentra una pista clave que ayudará a Mercedes Ramos a resolver el misterio sobre el paradero de Alfredo Ferro.

El abogado Matallana diseña una estrategia para que Cecilia Arias le haga creer a la justicia que Octavio Perilla huyó a Panamá para no ser encarcelado, Mercedes Ramos pone contra las cuerdas a Matallana, el juez Orozco desestima las acusaciones de Marco Antonio Perilla y Cecilia le confiesa a Buenaventura que aún lo quiere.

El noble Alfredo Ferro Villegas es un hombre de buen corazón que desea heredarle su fortuna a Mercedes Ramos. Sin embargo, el abogado Matallana sabe que es un pez gordo al que le puede sacar mucho provecho y no desaprovechará la oportunidad para quedarse con su dinero.

Una serie de asesinatos despertaron el interés de un grupo de detectives y periodistas en la Bogotá de la primera mitad del siglo XX. Sin embargo, todos los crímenes tienen algo en común, no hay rastro de quien pudo haberlos cometido, lo que quiere decir que se está ante un asesino profesional.